Tiene que dar verguenza ver como el castillo de naipes se derrumba. Como un presidente, que se pensaba rey, y no era más que uno más de los que echó cuando llegó. Engaño a todos, robó todo lo que pudo, ofreció la cabeza de quien fuera necesario para seguir robando, y ahora que no lo quiere nadie, sigue robando y mintiendo descaradamente.
Es curioso como el porcentaje de mantenidos aumenta, el límite de empleados dobles y triples se carga al empresario y se piensan que los impuestos son infinitos. Los ojos del dolar es lo que tienen cada final de mes esta gente. Y no conocen otra cosa.
No hay decencia de nadie.
Y el cambio en una dictadura, para por guerra.
Y si quieren guerra, la tendrán.